Belén Santaella: ¡Yo sí soy una abuela feliz!

Así como yo, la mayoría de las abuelas piensan lo mismo de sus nietos o nietas. Pero como toda regla tiene su excepción, quiero contar lo que escuché hace unas semanas en un almuerzo al que fui invitada.

Estos son mis dos oficios: escribir y ser una abuela entregada, consentidora y feliz. Tengo una nietecita bella, inteligente y con un gran sentido del humor, Anabella; y tres inteligentes, preciosos y futuros «cracks» del fútbol internacional: Juan Andrés, Jesús Enrique y Ricardo.

Así como yo, la mayoría de las abuelas piensan lo mismo de sus nietos o nietas. Pero como toda regla tiene su excepción, quiero contar lo que escuché hace unas semanas en un almuerzo al que fui invitada. Todo estaba perfecto: la comida, digna de los dioses, el postre, me hizo olvidar la dieta, y el vino, exquisito. En el extremo opuesto de la mesa estaba sentada una señora encantadora más o menos de mi edad, es decir, una abuela en potencia. Quizá por eso entablamos rápidamente una conversación muy agradable. Pero la percepción que tenía de la vecina de mesa cambió cuando empecé a hablar sobre uno de mis temas favoritos: el de la felicidad que da el ser abuela.

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